Entre septiembre y abril, pescadores de Taiji
(Japón) masacran 20.000 delfines y
otros pequeños cetáceos de forma cruel, acorralándolos en una ensenada de baja
profundidad para atraparlos. La escena de las aguas teñidas de rojo por la
sangre de los cetáceos, que durante la captura resultan heridos mortalmente, es
cada año una terrible realidad que los pescadores tratan de ocultar a la prensa
y los observadores que se acercan al lugar.
Los objetivos de esta captura son dos: la
producción cárnica y la caza de ejemplares vivos para cautiverio.
Para la producción cárnica los delfines mueren
degollados y desangrados. La carne, rotulada como "carne de ballena",
satisface el consumo de la población japonesa e internacional, donde tiene cada
vez mayor demanda.
A menudo hieren deliberadamente a algunos de ellos
para retener a los miembros de su familia, ya que los delfines no abandonan a
un miembro de la familia que está sufriendo. La mañana siguiente, comienza la
matanza: los pescadores utilizan lanzas y garfios para apuñalar y desangrar a
los animales que no tienen posibilidad de escapar.
La mayoría de delfines son descuartizados y vendidos como comida, mientras que
algunos se venden a delfinarios y parques acuáticos para realizar espectáculos,
convirtiéndose estos en cómplices de esta matanza.
Por su parte, la captura de ejemplares vivos (generalmente hembras jóvenes)
para delfinarios y parques acuáticos (para sus programas de "Nadar con
delfines") las condena a vivir hasta el último de sus días confinadas en
piscinas como "entretenimiento".
Los delfines y otros pequeños cetáceos capturados
para la cautividad representan un valor comercial mucho mayor para los
pescadores japoneses que la venta de su carne para el consumo. La
multibillonaria industria de los delfines para cautividad no está salvando a
los delfines de la muerte. Están ayudando a mantener esta práctica cada vez que
hacen de la pesca provechosa para los pescadores y la industria pesquera. Esto
debe ser detenido.
El gobierno japonés y los pescadores dicen que la
caza de delfines es parte de la cultura japonesa. Pero en realidad, la mayoría
de los japoneses no saben que la matanza de delfines existe. Diversos
observadores de organizaciones (One Voice, Earth Island Institute y Elsa Nature
Conservancy) han viajado a Taiji en reiteradas ocasiones para documentar y exponer
la masacre de los delfines al resto de Japón y del mundo. Ya lo dijo José
María Gimeno Borrás : Debemos dar voz a los delfines e informar a la población
mundial acerca de esta masacre.
Susana Cuadro
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