viernes, 1 de abril de 2016

Mucamas españolas, las "sudacas" de Europa


Paula tenía 34 años y estaba en paro. Había estudiado un módulo de turismo y decidió irse a Irlanda a mejorar su inglés. Tenía la idea de que la gente era más cálida y menos estirada que en Inglaterra.

La academia de inglés gestionó todo con la agencia irlandesa 400 euros mediante Paula partió a Dublín el verano de 2014

"Conforme pasaron los días me fue cayendo más trabajo encima. De pronto me encontraba un cubo de ropa mojada en la cocina para que tendiera la ropa. Luego esperaban que la destendiera, la doblara y la colocara en los armarios. Empecé a poner lavadoras y lavavajillas, a hacer la cena, a acostar a los niños, a hacer las camas... Había una mujer que venía un par de horas a la semana a planchar y limpiar; era lo único que yo no hacía"."Cobraba 100 euros a la semana y trabajaba 10 horas al día". "Mi día empezaba a las siete de la mañana y hacía todo lo que hace una madre. Comía sola, nadie estaba conmigo. Por la noche los padres sólo llegaban como mucho para repasar los deberes con ellos y acostarles"

La familia debía de dar todas las facilidades para estudiar inglés, incluso pagar las clases. Pero no suele ser así. El bono del autobús te cuesta 20 o 30 euros; la academia de inglés unos 200. No tenía ni tiempo ni dinero para estudiar; ni ganas. La alimentación que le daban era escasa y había reproches si comía mucho. También le cobraban las llamadas a España.

"Un día les conté mis problemas económicos y les dije que había ido a informarme a un centro de inmigrantes de Dublín que daba clases gratis de inglés a los inmigrantes. Dicho eso me echaron a la calle. Acudí a la Citizens Office y prácticamente se rieron de mí: 'No llevas ni un año aquí'".

En navidad Paula regresó a España y presentó la reclamación contra la familia. Poco después me llamaron a declarar ante la Labour Court. "Como pruebas llevé los correos electrónicos que le había escrito a la madre de mi casa, en los que le preguntaba por sus instrucciones para el trabajo".

La sentencia finalmente mostró que la familia había vulnerado la legislación laboral de Irlanda, "la Ley de Salario Mínimo". Paula cobraba unos dos euros la hora; el salario mínimo en Irlanda alcanza los 9,15.  Paula recibió una indemnización de casi 9.229 euros, incluido el pago de sus vuelos desde España para declarar ante la corte en Dublín.

Vivir esto en carne propia hizo pensar a Paula en michas cosas. De como ella y sus compañeras se burlaban de las chicas ecuatorianas, hijas de mucamas trabajadoras en España. De la discriminación, llego a sentirse según sus palabras "una sudaca europea".

José María Gimeno

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