La estabilidad política y la credibilidad ante los
inversionistas son dos instrumentos fundamentales para el éxito y el liderazgo
mundial de cualquier país civilizado,
pero por desdicha en esos aspectos Brasil deja mucho que desear todavía. Pese a
que Brasil sea un país de dimensión continental y uno de los ‘tigres’ de
América Latina, allá hay una severa crisis de identidad económica, política y
moral hoy por hoy.
Según el informe de la agencia de clasificación de riesgo
Moody’s, Brasil comanda el ranking de empresas amenazadas con
perder el grado de inversión, que es más bien una especie de “sello” que
asegura el status de “buenas pagas”. Este año, hasta ahora, ocho
empresas ocupan la
lista: AES Tietê, Bandeirante Energia,
Construtora Norberto Odebrecht, Braskem S.A., Eletribras, Sabesp,
Energest S.A
y Espírito Santo Centrais Elétricas (Escelsa). Las principales causantes
de esa situación, conforme el
informe, son los constantes conflictos macroeconómicos y los cambios
regulatorios, puesto que afectan directamente el ambiente de negocios en
Brasil. De hecho, el país más grande de América Latina sigue sufriendo
un
terrible retroceso, pues según el Índice de Libertad Económica 2014
(mide cuestiones como crecimiento económico, renta per capita,
asistencia médica,
educación y reducción de la pobreza), estuvo en el 114° puesto entre los
178
países evaluados. Hasta países paupérrimos como Kenia, Honduras y
Jamaica están por encima. Es una vergüenza para un país que aspira a
ejercer
gobernanza internacional.
La inflación resulta otra secuela que acomete a Brasil,
oriunda del exceso de gastos públicos irresponsables. Los brasileños sienten
su impacto cuando van de compras al supermercado y a la farmacia. El Índice de
Precios al Consumidor (IPC) señala un 8,2%, así que esta cifra está por encima
de la meta fijada por el propio gobierno de Brasil. Un estudio concretado en
marzo de 2015 enseña que Brasil es el sexto país con la inflación más grande
del planeta, de manera que queda atrás sólo de Argentina y Venezuela, por
ejemplo. En cuanto al PIB brasileño, el panorama es más asombroso todavía. Se
pronostica que Brasil sufrirá retracción del 1%. Estimado lector, hace poco
Brasil era una de las ocho economías más triunfadoras del mundo, pero hoy día
se ha convertido en un país con “saldo negativo”. Y para colmo, la pesadilla
del desempleo volvió a aterrar a los brasileños. Según el Instituto Brasileño
de Geografía y Estadística (IBGE), el desempleo aumentó hasta alcanzar el 7,4% en el trimestre encerrado en
el mes de febrero.
De hecho, un acontecimiento que sigue poniendo en ridículo
la imagen de Brasil es el escándalo criminal en una de las mayores petrolerasdel mundo: Petrobras. Este caso de corrupción involucra políticos
aliados al
gobierno brasileño, constructoras y funcionarios de la estatal, a través
de sobornos. Los vehículos de difusión de todo el mundo divulgaron el
caso en titulares. Se calcula en el balance de la propia petrolera que
el
perjuicio financiero con la corrupción le costó más de 6 mil millones de
reales, o sea, algo como 2 mil millones de dólares. Se espera que los
órganos
de investigación actúen con independencia y otorguen la debida punición a
los
responsables, sean quienes sean.
Lamentablemente todos esos problemas socioeconómicos suceden a menudo en
países socialistas en el continente latinoamericano. Se destacan
por adoptar el populismo discursivo para manipular a las masas y aparte
de eso
aumentan cada vez más el estado para intervenir en la economía y en la
libertad
individual. Se ignora el concepto del libre mercado para sustituirlo por
subsidios con el objetivo de contemplar fines electoreros. Tienen la
costumbre
de gastar más de lo que recaudan, de modo que eso es lo que genera la
inflación,
el endeudamiento externo y cuentas públicas desordenadas, aunquen
intenten
maquillar los hechos, a través de publicidad oficial mentirosa, y
aleguen
inserción social y presuntos enemigos externos como los Estados Unidos.
Además,
fijan obstáculos a las importaciones, a partir de un proteccionismo
sectario
con el propósito de perjudicar a los empresarios del sector privado. En
el caso
de Brasil, ocurren consecutivos aumentos de impuestos, sobre todo en la
tarifa
de energía eléctrica y en el precio de los combustibles. En cambio, el
país
presta servicios públicos de terrible calidad. Ya decía la primera
ministra
británica Margaret Thatcher: “El socialismo fracasa cuando se les acaba
el
dinero de los demás".
Marcelo Cabral
Periodista y profesor
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