martes, 28 de abril de 2015

El colapso económico de Brasil - por Marcelo Cabral


La estabilidad política y la credibilidad ante los inversionistas son dos instrumentos fundamentales para el éxito y el liderazgo mundial  de cualquier país civilizado, pero por desdicha en esos aspectos Brasil deja mucho que desear todavía. Pese a que Brasil sea un país de dimensión continental y uno de los ‘tigres’ de América Latina, allá hay una severa crisis de identidad económica, política y moral hoy por hoy.   

       Según el informe de la agencia de clasificación de riesgo Moody’s, Brasil comanda el ranking de empresas amenazadas con perder el grado de inversión, que es más bien una especie de “sello” que asegura el status de “buenas pagas”. Este año, hasta ahora, ocho empresas ocupan la lista:  AES Tietê, Bandeirante Energia, Construtora Norberto Odebrecht, Braskem S.A., Eletribras, Sabesp, Energest S.A y Espírito Santo Centrais Elétricas (Escelsa). Las principales causantes de esa situación, conforme el informe, son los constantes conflictos macroeconómicos y los cambios regulatorios, puesto que afectan directamente el ambiente de negocios en Brasil. De hecho, el país más grande de América Latina sigue sufriendo un terrible retroceso, pues según el Índice de Libertad Económica 2014 (mide cuestiones como crecimiento económico, renta per capita, asistencia médica, educación y reducción de la pobreza), estuvo en el 114° puesto entre los 178 países evaluados. Hasta países paupérrimos como Kenia, Honduras y Jamaica están por encima. Es una vergüenza para un país que aspira a ejercer gobernanza internacional.   

        La inflación resulta otra secuela que acomete a Brasil, oriunda del exceso de gastos públicos irresponsables. Los brasileños sienten su impacto cuando van de compras al supermercado y a la farmacia. El Índice de Precios al Consumidor (IPC) señala un 8,2%, así que esta cifra está por encima de la meta fijada por el propio gobierno de Brasil. Un estudio concretado en marzo de 2015 enseña que Brasil es el sexto país con la inflación más grande del planeta, de manera que queda atrás sólo de Argentina y Venezuela, por ejemplo. En cuanto al PIB brasileño, el panorama es más asombroso todavía. Se pronostica que Brasil sufrirá retracción del 1%. Estimado lector, hace poco Brasil era una de las ocho economías más triunfadoras del mundo, pero hoy día se ha convertido en un país con “saldo negativo”. Y para colmo, la pesadilla del desempleo volvió a aterrar a los brasileños. Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), el desempleo aumentó hasta alcanzar el 7,4% en el trimestre encerrado en el mes de febrero. 

De hecho, un acontecimiento que sigue poniendo en ridículo la imagen de Brasil es el escándalo criminal en una de las mayores petrolerasdel mundo: Petrobras. Este caso de corrupción involucra políticos aliados al gobierno brasileño, constructoras y funcionarios de la estatal, a través de sobornos. Los vehículos de difusión de todo el mundo divulgaron el caso en titulares. Se calcula en el balance de la propia petrolera que el perjuicio financiero con la corrupción le costó más de 6 mil millones de reales, o sea, algo como 2 mil millones de dólares. Se espera que los órganos de investigación actúen con independencia y otorguen la debida punición a los responsables, sean quienes sean. 

Lamentablemente todos esos problemas socioeconómicos suceden a menudo en países socialistas en el continente latinoamericano. Se destacan por adoptar el populismo discursivo para manipular a las masas y aparte de eso aumentan cada vez más el estado para intervenir en la economía y en la libertad individual. Se ignora el concepto del libre mercado para sustituirlo por subsidios con el objetivo de contemplar fines electoreros. Tienen la costumbre de gastar más de lo que recaudan, de modo que eso es lo que genera la inflación, el endeudamiento externo y cuentas públicas desordenadas, aunquen intenten maquillar los hechos, a través de publicidad oficial mentirosa, y aleguen inserción social y presuntos enemigos externos como los Estados Unidos. Además, fijan obstáculos a las importaciones, a partir de un proteccionismo sectario con el propósito de perjudicar a los empresarios del sector privado. En el caso de Brasil, ocurren consecutivos aumentos de impuestos, sobre todo en la tarifa de energía eléctrica y en el precio de los combustibles. En cambio, el país presta servicios públicos de terrible calidad. Ya decía la primera ministra británica Margaret Thatcher: “El socialismo fracasa cuando se les acaba el dinero de los demás".

Marcelo Cabral 
Periodista y profesor

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